El paraíso es de ángeles lujuriosos,
y sus labios frescos edenes,
muerden al Adán pecador,
que no ve la gasa religiosa tejida de fe,
hoy violada por lívidas palabras,
quizás mañana crucificada,
entre las piernas de una Sodoma,
que yace sentada en húmeda lengua,
de creyentes en la reminiscencia del aire,
después morirán los celajes en los espejos,
como el otoño cae de las hojas, sin sangre,
sin el aliento a letanía, sin fruto, sin Amen,
perdiendo los sentidos en venusino ser,
bebiendo su aroma de fémina prostituta,
pues su sexo a caigo revolcándose en la piel del agua,
floreciendo en la carne un alma de lágrima,
viendo en la lluvia su rostro goteado, en señal de cruz,
ese rostro condenado a vivir la blasfemia del tiempo,
Quizás todo sea ,un soplo de imaginación.
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